Ángeles Cruz es una actriz, guionista y directora oaxaqueña proveniente de la comunidad Villa Guadalupe Victoria en San Miguel el Grande. Una creadora comprometida con su entorno, que evita el costumbrismo en la representación de las realidades rurales e indígenas y que ha decidido con valentía sacar a la luz muchas de las historias ocultas que se desarrollan en las comunidades. Con sus obras logra crear espacios de diálogo y confrontación en los que poder abordarlas y empezar a transformarlas. Violencia contra las mujeres, abuso infantil, machismo, marginalidad, pobreza o diversidad sexual son los temas que Cruz aborda con una necesidad imperiosa de generar nuevos diálogos.

Se formó en el Centro de Educación Artística Miguel Cabrera de Oaxaca y posteriormente se licenció en Actuación en la Escuela de Arte Teatral del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura de México. Su carrera como actriz se inició en 1994 con la película La hija del puma de Åsa Faringer y Ulf Hultberg, y a esta le siguieron multitud de series de TV y largometrajes hasta que en 2011 comenzó a escribir y dirigir sus propias historias.

Su primer cortometraje La tiricia o cómo curar la tristeza (2012) aborda un temas ocultos como el abuso infantil y la violencia contra las mujeres en las comunidades. Gracias a esta historia logró su primer gran reconocimiento por parte de la industria mexicana, alzándose con el premio Ariel en 2013.

Su segunda obra nace de una inquietud similar. Tras una conversación en la que se afirmaba que en las comunidades no existían las lesbianas, decide ponerse al frente de la cámara para dirigir La carta (2014), la historia de una mujer que vuelve a su comunidad a reencontrarse con su antiguo amor con quien nunca tuvo la oportunidad de vivir de forma abierta la relación.

En Arcángel (2018) pone sobre la pantalla la historia de dos personas dependientes, marginadas y sin recursos que buscan desesperadamente una solución a sus necesidades, y les enfrenta a un sistema que les rechaza y les repele.

Tras estas experiencias empieza a fraguarse la idea de realizar un largometraje, su ópera prima: Nudo mixteco (2021). Una obra realizada de forma íntegra en su comunidad y que aborda temas complejos que no se exponen de forma abierta, como el abuso infantil o las relaciones lésbicas en las comunidades indígenas, temas que ya había abordado previamente en sus cortos y que quería seguir explorando. Una película sobre mujeres que regresan al pueblo tras una necesidad vital de habitar otros espacios en los que poder desarrollarse, y que a su vuelta, sienten que ya no pertenecen plenamente a ese lugar. María, Chavela y Toña, protagonizan tres historias que confluyen durante la celebración de las fiestas patronales. Con esta cinta Cruz logra por segunda vez el premio Ariel, esta vez en la categoría de largometraje. Todo un hito en la carrera de la directora.

Ángeles Cruz se ha convertido en una referencia y es uno de los rostros más visibles del cine oaxaqueño y mexicano. Una voz legitimada para exponer temas que no tenemos costumbre de ver y que posee innegables valores cinematográficos al servicio de un discurso comprometido. Por todo ello, queremos agradecer su trabajo artístico y reconocer su compromiso social con nuestro máximo galardón.